Mujeres cubanas y la creciente crisis de cuidados en Cuba

Una carga silenciosa sobre los hombros femeninos

En la Cuba de hoy, golpeada por una multisectorial crisis económica, política y social, hay un problema que pasa desapercibido para muchos, pero que afecta directamente la vida cotidiana de miles de familias: la crisis de cuidados. Esta situación se vuelve aún más compleja si consideramos que son las mujeres quienes, en su gran mayoría, están asumiendo esta carga no remunerada.

La profunda transformación demográfica del país, con un envejecimiento poblacional acelerado y una creciente emigración de jóvenes, ha dejado a las mujeres cubanas entre la espada y la pared, obligadas a equilibrar empleos mal remunerados, tareas domésticas, cuidado infantil y, ahora, también el cuidado de ancianos y personas con discapacidad.

¿Qué es la crisis de cuidados?

La llamada crisis de cuidados se refiere a la sobrecarga que viven principalmente las mujeres al hacerse responsables del apoyo y atención que necesitan personas dependientes: niños, ancianos o personas con enfermedades crónicas. En países como Cuba, donde no existe un sistema estatal sólido de apoyo, esta carga recae directamente sobre los hogares, y principalmente sobre las mujeres.

Factores que agravan la situación en Cuba

Entre las causas principales que intensifican esta crisis destacan:

  • El envejecimiento poblacional: Cuba es uno de los países más envejecidos de América Latina. Un 22,3% de la población supera los 60 años.
  • La migración masiva: La juventud cubana está emigrando en cifras récord, lo que deja a adultos mayores sin redes de apoyo familiares.
  • Falta de servicios públicos: No existen suficientes centros de cuidado infantil ni espacios para la atención de ancianos o personas dependientes.
  • Crisis económica: El día a día se ve obstaculizado por la escasez de alimentos, medicamentos y transporte, aumentando la carga de trabajo doméstico y de cuidado.

¿Quién cuida al que cuida?

Las estadísticas no mienten: según datos del propio Gobierno cubano, el 76% de las personas cuidadoras informales son mujeres. El impacto de esta responsabilidad no es solo físico y mental; también es económico. Muchas mujeres han tenido que dejar sus empleos o rechazar oportunidades laborales y educativas para dedicarse al cuidado de algún familiar.

Cuando falta el Estado, se multiplica la desigualdad

En otros países, la existencia de políticas públicas activas ha permitido equilibrar esta carga mediante guarderías, centros de día o ayudas económicas. En Cuba, sin embargo, la responsabilidad recae casi exclusivamente sobre el núcleo familiar, reforzando la visión patriarcal que asume que el cuidado es una tarea “natural” de la mujer.

Esto genera un círculo vicioso: las cuidadoras son cada vez más pobres, tienen menos oportunidades y sufren mayor aislamiento. Y al no recibir apoyo del Estado, su trabajo sigue siendo invisible.

Respuestas urgentes que aún no llegan

Mientras en la esfera oficial se sigue hablando de igualdad de género y empoderamiento femenino, la realidad es que no existen políticas efectivas de cuidado en funcionamiento. Apenas algunos programas piloto o iniciativas de organizaciones no gubernamentales intentan mitigar la situación. Pero su alcance es limitado.

No es solo una cuestión de equidad de género; también es un asunto de justicia social, desarrollo económico e incluso salud pública, porque el descuido de los cuidadores también puede revertirse en una crisis mayor.

El rol de la diáspora y la sociedad civil

Ante la inacción del Estado, cada vez más son las familias en el exterior quienes sostienen emocional y económicamente a los cuidadores en la Isla. La diáspora cubana cumple un papel clave que muchas veces es ignorado dentro del discurso oficial. Pero también en la Isla, voces de mujeres activistas, ONGs y profesionales de la salud, enfrentan obstáculos institucionales para avanzar en cualquier transformación real.

Un futuro en equilibrio depende del cuidado

Cuba necesita con urgencia una política pública que valore y comparta de forma equitativa las tareas de cuidado. Esto implica no solo infraestructura y apoyo financiero, sino también un cambio cultural profundo que libere a las mujeres de esta sobrecarga invisibilizada.

El cuidado no puede seguir siendo una carga exclusiva femenina. Reconocerlo como un trabajo esencial es el primer paso para construir una sociedad más justa.

Puedes leer el artículo original en el siguiente enlace: https://diariodecuba.com/cuba/1743883650_60436.html

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