El alza de tarifas en Cuba y su paralelismo represivo histórico
Una subida de precios que despierta viejos fantasmas
En las últimas semanas, el pueblo cubano ha sido testigo de una serie de incrementos considerables en los precios de servicios básicos, incluyendo la electricidad, el combustible, el transporte y productos de primera necesidad. Esta medida, adoptada por el régimen cubano en el marco del llamado “paquete de ajuste”, ha suscitado una oleada de preocupación, malestar ciudadano y miedo.
Pero lo que podría parecer, a primera vista, una medida económica aislada, en realidad oculta un trasfondo más profundo. Los paralelismos históricos entre el actual contexto cubano y otros momentos represivos del pasado no pueden ignorarse.
Más allá de lo económico: estrategias de control social
En esta nueva etapa de crisis, el alza de tarifas no solo representa un golpe al bolsillo de los cubanos, sino también un instrumento de represión silenciosa. Durante décadas, el gobierno ha usado las condiciones económicas como un método para mantener a la población bajo control. Hoy, con la economía golpeada por la inflación, la escasez y el estancamiento productivo, la subida de precios parece ser una forma de castigo económico encubierto para quienes se atreven a disentir.
Este tipo de maniobra ya tiene antecedentes. En los 90, durante el llamado Período Especial, la presión económica fue acompañada por un endurecimiento del discurso y de la vigilancia estatal. Ahora, las restricciones económicas se suman a un aumento en la militarización y vigilancia de la vida cotidiana.
La historia se repite: del Período Especial a la Cuba de 2024
Para entender esta estrategia de control, es útil regresar algunas décadas atrás. En el Período Especial, tras el colapso de la URSS, el régimen respondió a la crisis con reformas a medias pero también con represión e imposiciones económicas. La pobreza creciente fue utilizada para moldear a una ciudadanía sumisa, dependiente del Estado y temerosa de desafiarlo.
Hoy, la situación no es distinta:
- La ciudadanía enfrenta precios que duplican o triplican los sueldos y pensiones medias.
- El acceso a bienes y servicios esenciales se ha vuelto un privilegio.
- El mercado informal crece descontroladamente ante la ausencia de soluciones efectivas.
Lo más preocupante es que el gobierno está aplicando medidas similares, incluso cuando el contexto internacional no lo justifica como en los 90. Esto evidencia una intención política detrás del estrangulamiento económico actual.
El impacto en los cubanos de adentro y afuera
Mientras los cubanos dentro de la Isla lidian con estos aumentos desmesurados, los de la diáspora —especialmente los que envían remesas— sienten un peso mayor. Muchos de ellos deben extender los límites de su economía personal para ayudar a sus familias, en un ciclo de dependencia que el gobierno cubano ha sabido explotar durante años.
Esta estrategia también afecta a quienes viven fuera de Cuba, al hacerlos cómplices de una economía represiva al mantener a flote, sin querer, un sistema que se apoya en la desesperación de su propio pueblo.
¿Hay salida ante esta crisis?
Frente a este nuevo panorama, es urgente abrir espacios de reflexión y resistencia. El encarecimiento de la vida, sin reformas estructurales ni democracia, solo profundiza la brecha entre los que gobiernan y los que sobreviven. La creatividad del pueblo cubano, sumada al apoyo de la diáspora y a las plataformas independientes que informan y denuncian, será crucial para desafiar el relato oficial.
No basta con soportar. Hay que cuestionar, informarse y exigir. El peso de la historia demuestra que cuando el autoritarismo aprieta desde lo económico, lo hace también desde lo represivo. Y si bien una gran parte del pueblo cubano ha aprendido a resistir, ha llegado el momento de hacerlo con una estrategia colectiva y consciente.
Puedes leer el artículo original en el siguiente link: https://diariodecuba.com/cuba/1750005779_61592.html
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articulo resumido con AI.
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