Crisis eléctrica en Cuba: apagones constantes y resignación diaria
Una realidad cada vez más oscura
La crisis energética en Cuba se ha transformado de emergencia temporal a una situación crónica. En múltiples zonas del país, la población ya no cuestiona los apagones; más bien, los esperan como parte de su rutina diaria. Esta inquietante normalización de la oscuridad representa mucho más que un problema técnico: es una expresión palpable del colapso de los servicios básicos y una prueba de la capacidad de resistencia, y resignación, del pueblo cubano.
Durante las últimas semanas, los cortes eléctricos no solo han sido frecuentes, sino prolongados. Muchas provincias reportan entre 8 y 12 horas de apagón diario, y algunas incluso enfrentan afectaciones que duran más de un día. En este escenario, la molestia inicial ha dado paso a una aceptación pasiva impulsada por el hastío y la falta de soluciones reales.
Las causas tras el apagón
Según las autoridades, las fallas en la generación eléctrica se deben a varios factores:
- Desgaste en termoeléctricas que funcionan desde hace décadas sin un mantenimiento adecuado.
- Escasez de combustible, agravada por sanciones internacionales y una mala planificación energética.
- Inversión mínima en fuentes renovables y tecnología moderna.
Estos factores se combinan para generar un sistema eléctrico extremadamente vulnerable. Cada apagón es sintomático de una infraestructura colapsada, que parece no tener capacidad real para recuperarse.
Impacto directo en la vida cotidiana
Vivir sin electricidad no solo significa ausencia de luz. Los apagones afectan prácticamente todos los aspectos de la vida en Cuba. En los hogares, impiden conservar alimentos, utilizar electrodomésticos y garantizar condiciones mínimas de confort. En los hospitales, las fallas eléctricas complican el cuidado de pacientes críticos. Y en el ámbito laboral, dificultan el teletrabajo, limitan la productividad y afectan la economía doméstica.
El malestar social es evidente, pero también lo es la resignación. Muchas personas se han acostumbrado a vivir con linternas o velas listas desde el anochecer, a ajustar horarios para cocinar durante las pocas horas con corriente, y a dormir en el portal para escapar del calor en los apagones nocturnos.
Entre la resignación y la resistencia
Aunque en los barrios se escuchan quejas y frustraciones, la respuesta estatal es limitada. Se anuncian mantenimientos, reparaciones y estrategias de ahorro energético, pero ninguna de estas acciones ha logrado revertir la creciente frecuencia de los cortes. La inconformidad muchas veces acaba silenciada por el miedo a represalias o la desilusión ante la falta de opciones reales.
Sin embargo, también surgen gestos de solidaridad y resistencia. Familias se apoyan entre sí, se comparten alimentos antes de que se echen a perder y se organizan espacios comunitarios donde los vecinos pueden cargar teléfonos o conservar medicamentos. Estas pequeñas muestras de unidad son quizás el mayor camino hacia una esperanza colectiva.
¿El apagón como política?
Algunos analistas ven en esta crisis energética más que una simple falla técnica. La prolongación de los apagones podría responder también a una estrategia de control social, donde el desgaste diario debilita a la población y reduce su capacidad de protesta. En vez de una población movilizada, los apagones generan una ciudadanía que apenas tiene energía para sobrevivir el día a día.
Ante este panorama, muchos cubanos dentro y fuera del país utilizan las redes sociales para visibilizar su situación, mostrar lo que no aparece en los medios oficiales y mantener viva la esperanza de un futuro más claro, aunque ahora estén sumidos en la oscuridad.
El camino hacia la luz
Mientras no se invierta de forma estratégica en la modernización del sistema eléctrico, la situación no hará más que empeorar. La solución no puede venir solo de promesas o de planes que no se concretan. Cuba necesita compromiso, inversión real y, sobre todo, una visión que ponga como centro el bienestar del pueblo y no la retórica ideológica.
En medio de este panorama sombrío, los cubanos continúan resistiendo. Lo hacen con creatividad, con coraje y con una capacidad admirable de adaptación. Pero la pregunta más dolorosa es la que muchos se hacen en silencio: ¿hasta cuándo?
Puede leer el artículo original en el siguiente enlace: https://noticias.cubitanow.com/cuba-entre-tinieblas-el-apagn-como-normalidad-y-la-resignacin-como-rutina
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