Por qué el sistema cubano está condenado al fracaso político

La resistencia al cambio: una receta para el estancamiento

Desde hace décadas, el modelo político cubano se ha aferrado con fuerza a una estructura centralizada y altamente represiva que ha demostrado ser insostenible y obsoleta. A pesar de los intentos de la narrativa oficial por mostrar al país como una nación “resistente” frente a amenazas externas, la realidad es que el sistema en su esencia rechaza cualquier tipo de evolución política o social. Esta cerrazón al cambio es uno de los factores principales que lo condenan al fracaso.

La dirigencia actual teme al cambio porque representa una amenaza a sus privilegios. En lugar de incentivar reformas que permitirían al país adaptarse a los desafíos del siglo XXI, se decide mantener la misma fórmula fallida que lleva más de sesenta años generando pobreza, desesperanza y migración masiva.

Un gobierno desconectado del pueblo

El liderazgo cubano ha olvidado que su supervivencia debería depender de la legitimidad otorgada por su pueblo. Sin embargo, la desconexión entre las altas esferas del poder y la vida cotidiana del ciudadano de a pie es cada vez más profunda. Los cubanos, tanto dentro como fuera de la isla, observan cómo la cúpula del poder vive una realidad paralela, mientras la mayoría enfrenta penurias impensables: apagones, falta de alimentos, colapso del transporte y una creciente pérdida de valores cívicos.

Este alejamiento del pueblo, lejos de generar soluciones, solo alimenta el descontento popular. Hace tiempo que las consignas revolucionarias ya no emocionan a nadie. El cubano común anhela un país donde pasar trabajo no sea parte del sistema, sino parte del pasado.

La represión como método de gobierno

Cuando un sistema político se vuelve incapaz de generar consensos, la alternativa que adopta, lamentablemente, es la represión. En Cuba, expresar una opinión contraria al gobierno puede costar desde la cancelación social hasta penas de cárcel. Las manifestaciones pacíficas son criminalizadas, la censura digital es cotidiana y los periodistas independientes son hostigados.

Este tipo de ambiente político asfixiante no es sostenible. La juventud cubana está cada vez más conectada al mundo, accede a nuevas ideas, y contrasta la realidad cubana con la de naciones vecinas. No se puede mantener por siempre una nación amordazada en un mundo interconectado.

Economía atrapada en un modelo fallido

La economía cubana tampoco escapa a la rigidez del sistema. El control estatal absoluto y la falta de incentivos al emprendimiento han condenado al país a una crisis perpetua. Incluso medidas tímidas, como la apertura a pequeñas empresas privadas, se ven entorpecidas por una burocracia ineficiente y una mentalidad de sospecha hacia todo lo que no sea estatal.

Estas limitaciones impiden que la creatividad y la capacidad productiva del pueblo cubano despunten. En lugar de liberar a los ciudadanos para que construyan prosperidad, el Estado insiste en mantener el control total, generando más escasez y dependencia.

Una sociedad que pide cambios urgentes

Los recientes estallidos sociales y protestas en toda la isla no son hechos aislados. Son la manifestación de un pueblo harto de promesas incumplidas y del discurso vacío que ya no llena los platos ni las esperanzas. Si algo ha quedado claro es que el cambio no puede seguir siendo postergado.

La comunidad cubana en el exilio también juega un papel fundamental. Con sus voces amplificadas a través de las redes sociales y los medios alternativos, han logrado romper el cerco informativo que el Estado intenta mantener. Hoy más que nunca, se exige una Cuba libre, inclusiva y verdaderamente democrática.

Conclusión: el futuro no puede esperar

El fracaso del sistema cubano no es una posibilidad, es una realidad cada vez más evidente. La falta de voluntad política para implementar cambios profundos está llevando al país hacia un colapso político y social sin precedentes. Cuba necesita un proyecto de nación que escuche a su gente, que permita la pluralidad y que abrace el presente sin temerle al futuro.

El cambio es inevitable. Y cuanto más se retrase, mayor será el costo.

Pueden leer el artículo original en el siguiente enlace: https://noticias.cubitanow.com/cuando-el-poder-teme-al-cambio-razn-del-por-qu-el-modelo-cubano-nunca-funcionar

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